Eran otros tiempos. Tan “otros tiempos” que la actual clase de Sport antes era la clase de Turnen y que la Turnhalle nos parecía magnífica. ¿Qué más se podía pedir? Teníamos lo mismo que ahora: un espacio cubierto, calefactado, con un suelo agradable, cuidado y adecuado para los diversos deportes que practicábamos en las clases de Turnen. Y bien equipada, con todo tipo de paralelas, barras asimétricas, potros, Medizinbälle… Un parque de atracciones para todos los que esperábamos la clase de Sport cada semana con ansiedad y, probablemente, una cámara de torturas para los que tenían sensaciones completamente opuestas porque, por decirlo de alguna manera, el señor no les había llevado por el derrotero del deporte.
Hoy, esa misma Turnhalle, ya no nos parece tan magnífica, al menos a los padres, porque nuestro entorno ha evolucionado de tal forma que las instalaciones deportivas de muchos centros educativos superan con creces a las de nuestro colegio. Pero no debemos olvidar que en esa Turnhalle se realizaban las primeras selecciones de deportistas, los primeros ejercicios, los primeros saltos de altura con las más diversas versiones del Fosbury, orientado todo ello a la gran competición anual del deporte de la Deutsche Schule Bilbao, aquella en la cual nos desplazábamos a alguno de los pocos polideportivos, como el de Fadura, preparados para el atletismo. Una pena que ya no existan los Bundesjugendspiele. En aquel entonces, era el día en el que poníamos en práctica todo lo aprendido en al menos un día de entrenamiento en el colegio. Ese salto de longitud, esos mil metros de carrera, dos vueltas y media a una pista de atletismo que nunca antes habíamos pisado. En aquel escenario, con instalaciones que hoy pueden ser consideradas normales, pero que no lo eran tanto, creo que nos sentíamos incluso importantes.
Era además, el día en que las mejores marcas se clasificaban para lo más de lo más: los juegos en otros colegios alemanes. Barcelona, San Sebastián, Valencia… aquello sí que era estimulante y, sobre todo, un buen baño de realidad. Los mejores de nuestro colegio no eran nadie cuando competían fuera de Bilbao. Una buena lección sin duda, una buena dosis de humildad para los “buenos” del Colegio Alemán de Bilbao.
Hoy todo esto ha cambiado. El deporte nos rodea, muchos niños tienen actividades deportivas fuera del colegio, casi todos han visto instalaciones buenas y muy buenas, mucho mejores que las que nosotros conocíamos. Pero el colegio sigue manteniendo ese gusto por el deporte, continúa organizando días como el del Sportfest que, aunque seguramente no será para estos niños lo que los Bundesjugendspiele eran en los 70 para aquellos niños, siguen ilusionando a estos, los del siglo XXI.
Puede que alguien todavía confíe en el ‘mens san in corpore sano’, no lo sé. Lo que sí sé es que el deporte es, además de todo, divertido. Debe serlo. Y también por ello el propio nombre actual, Sportfest, está bien elegido. Así que sí, va a ser verdad que uno puede ir al cole y divertirse.
Ibon Linacisoro
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