He recuperado este artículo de la memoria de 2007…
Un buen día acabas el Abitur y la Selectividad y empiezas en mundo de la universidad con la idea de desconectar y desligarte lo antes posible del colegio, ya que ahora eres “mayor”.
Durante la vida escolar, por lo menos en mi caso, los demás chavales de tu edad te miran como una especie de bicho raro por ser del Colegio Alemán. Durante toda tu vida has oído, oyes y oirás preguntas como éstas, con las que quizás y sólo quizás te sientas identificado; ¿dais todo en alemán?, ¿Por qué vas a ese colegio, tus padres son alemanes?, vas un año atrasado, ¿has repetido? ¿Hacéis exámenes de seis horas y para qué? y un largo etc.
Esas preguntas se multiplican cuando comienzas tus estudios en la universidad con compañeros de otros colegios, y es quizá ahí donde efectivamente te das cuenta de que raro no eres, pero si diferente, aunque sólo sea en el aspecto escolar.
Personalmente tengo la impresión de que mis doce años escolares como simple acumulación de conocimientos no me sirvieron en exceso durante mis estudios universitarios, sobretodo por la diferencia entre el colegio y la universidad. Pero hay algo que me enseñaron en este colegio, que fue la gran diferencia que noté respecto a otros compañeros de la universidad; me enseñaron a pensar y a discurrir, lo cual les garantizo que no es muy común. Este aspecto de la educación no sólo me sirvió durante mi etapa universitaria, si no que me ha seguido sirviendo tanto en el mundo laboral como en el personal y sé que es algo que me servirá toda la vida.
Tras ese periodo de desconexión más o menos grande que tenemos todos al acabar la vida escolar, algunos hemos vuelto al colegio por diversos motivos, algunos han vuelto para obtener diversas informaciones, para apoyo y consejo y otros sólo para bazares, fiestas diversas, días de puertas abiertas, abifests e incluso algunos han vuelto para trabajar. Pero en cualquier caso las puertas del centro siempre han estado abiertas para quien como yo hemos necesitado a nuestro colegio en algún momento de nuestras vidas, tanto por parte de la dirección, como de nuestros tan “amados” profesores.
Así que echando un vistazo atrás me doy cuenta de que esos profesores a los que, alumnos como yo dimos más de un quebradero de cabeza, estarán allí siempre que los necesitemos, porque aunque ya no estudiemos allí, este siempre será “nuestro” colegio.
Fdo: Un ex-alumno (Abitur 2000)
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